Embarazo Maternidad

El segundo parto

¡Hola!

El embarazo de mamá terminó y concluyó con su parto. Ella os explicará todo lo relativo a ese día tan especial para nuestra familia.

Días antes del parto

Todas las noches notaba las típicas contracciones de Braxton Hicks y pinchazos en el útero, seguramente el bebé se estaba encajando. Pero dos días antes del parto, empecé a notar que esas contracciones eran algo más dolorosas y con otra duración. Por ese motivo, me bajé una aplicación del móvil de esas que te cuentan las contracciones y te hacen un registro. Entre las primeras había una diferencia de tiempo muy irregular, me podían dar dos contracciones cada diez minutos y la siguiente al cabo de tres horas. La noche previa al parto casi ni dormí registrando las contracciones que eran cada quince y diez minutos, pero igual se paraban durante una hora y rompían la regularidad.

La noche del parto

Aquella noche cocinó mi madre, hizo sopa y rodajas de merluza, una cena muy light pero que culminaba con una buena mousse de mascarpone con melocotón. Pues ya las contracciones eran más regulares, cada 7 / 10 minutos. Así que ya intuía que seguramente durante las próximas horas me tocaría ir al hospital. No pude ni probar el postre, algo dentro de mí hizo que se me quitaran las ganas de seguir comiendo ( y renunciar al postre, algo difícil de ver en mí).

Recuerdo que me acosté a dormir en la cama, estaba muy cansada, pero las contracciones impedían que pudiera hacerlo. Me senté en la pelota de pilates y ya las contracciones eran cada 5 / 7 minutos. Mi madre decía que espabilara para ir a urgencias, en cambio yo, me metí a darme una ducha caliente, llenar la bañera y relajarme un poco. Mi hermana me ayudaba a contar las contracciones mientras mi marido recogía las últimas cosas que nos hacían falta como el papeleo y la documentación.

Finalmente, y para que a mi madre no le diera un síncope al verme en su casa de parto, nos fuimos, dejando al peque ya dormido en su casa.

En el hospital

Llegamos al hospital casi a las doce de la madrugada. Nos hicieron esperar delante de la zona de parto casi una hora, algo muy extraño. Finalmente, una comadrona salió y nos dijo que estaba siendo una noche movidita, que en unos minutos entraríamos. Las contracciones en ese momento estaban siendo algo irregulares, y pensé que igual me había precipitado en ir a urgencias ya que las contracciones me daban cada 10 minutos, menos que en casa.

Cuando entramos, lo primero fue ponerme la bata y monitorizarme. Trini y Miriam, mis matronas, se presentaron y me hicieron sentir muy bien. Una de ellas se extrañó al ver que en media hora solo me dió un par de contracciones. Luego, me hizo un tacto, el cual, y para mi sorpresa, me dijo que estaba de 5cm. ¡¡5 centímetros??!! Pero si con Lucas ingresé estando de 2! Tenía la mitad ya hecha. También rompí aguas en ese momento.

Yo pensaba, como en mi anterior embarazo, que me pasarían a la sala de dilatación para seguir sumando centímetros, pero la máquina de las correas empezó a pitar y las comadronas empezaron a hablar cosas que eran desconocidas para mí. Me asusté un poco cuando pidieron a la ginecóloga que viniera a verme y me puso no sé qué medicamento. Luego me explicaron que había tenido tres contracciones tan seguidas que habían hecho bajar las pulsaciones del bebé a 60, algo que denominan sufrimiento fetal. Por esa razón, debía llevar puestas las correas en todo momento, impidiendo poder seguir con la dilatación en libre movimiento y tener que estar en cama y enchufada al suero en todo momento.

Pasamos a la sala de partos

La matrona me dijo que me pasarían a la última sala de partos libre, que todas estaban ocupadas porque habían más embarazadas pariendo. También me preguntó si quería ponerme la epidural. Le dije que mi idea era que no, pero que agradecería su opinión sincera porque esas últimas contracciones estaban siendo las más dolorosas que me habían dado nunca. Me dijo que me veía que aguantaba muy bien el dolor, que ella creía que mejor no ponerla porque acabaría de dilatar muy rápido. A la hora me hizo un tacto, yo estaba muriendo de dolor en cada contracción.

-Miriam, estás de 8 centímetros, créeme que estás a punto de ver a tu bebé -dijo.

Yo estaba muy cansada y no me veía capaz. Me dijo que probara a apretar cuando me diera una contracción. Yo probé pero me dolía mucho, ella me dijo que cuando estuviera de diez algo en mí me pediría empujar. Yo lo veía imposible, hasta que pasó. El último tacto y sí, estaba de diez centímetros y tenía que apretar. Ella me acomodó la camilla para que pariera semisentada y pudiera acomodar mis pies para empujar con todas las partes de mi cuerpo. Cuando venía una contracción, solo quería gritar, por eso pregunté si podía gritar. La matrona se reía y me dijo que podía hacer lo que quisiera. Y una nueva contracción llegó y hizo que conociera el dolor más intenso y profundo que nunca antes haya tenido. Y grité desde lo más profundo de mi ser para coger fuerzas y empujar.

-2 empujones más y tienes a tu bebé en brazos -dijo Miriam, la matrona.

Yo no la creía y no paraba de decir que no iba a poder hacerlo. Otro nuevo empujón en una nueva contracción hizo que ya me lo acabara de creer, ya que pude notar la cabeza de mi hijo. Tenía pelito.

-Alberto, ponte los guantes que me vas a ayudar a sacar a tu hijo. Dijo Miriam.

Otra contracción más, llena de fuerza y coraje, hizo que la cabeza saliera, y la matrona me pidió que empujara de nuevo, y que ya lo íbamos a sacar. Y un empujón desgarrador más y entre la ayuda de la matrona, mi marido y yo, pusimos al bebé en mi pecho.

Bienvenido bebé

Entre sudor, lágrimas, dolor, emociones y alegría, lo primero que hice fue besar a mi bebé y tocarle sus partes para ver si era niño o niña. Rápidamente, al notar una pertuberancia, mi instinto se confirmó y supe que tenía entre mis brazos a Martín, a quien no separaron de mí en ningún momento. Luego llegó el momento de sacar la placenta en una última contracción y los temidos puntos, ya que me desgarré, pero ya no había dolor comparable al que tenía momentos antes de conocer a mi nuevo amor. Él era mi mayor anestesia a los dolores post-parto.

El padre cortó el cordón umbilical y me hizo las primeras fotos con nuestro hijo, ya que esos momentos hay que inmortalizarlos.

La matrona me felicitó por mi valentía y esfuerzo, y me dijo que la última fue la primera. Fui la última a ingresar de parto y la primera en tenerlo. Ingresé a las 00:00 del 31 de mayo de 2019 y mi peque nació a las 03:47. ¡Menos de 4 horas de parto! Y con Lucas fueron casi 10… Ventajas del primero, imagino, y ganas de comprobar que la mujer es capaz de parir sin medicación.

El peque pesó 3,350 kilos y nada más nacer salió buscando teta, se agarró a la perfección y solo la suelta para dormir.

Y hasta aquí, la crónica de mi segundo parto, una experiencia mágica, inolvidable, pero dolorosa aunque reveladora.

Saludos,

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